Clive Crook

Todos revolucionados por el déficit estadounidense

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 22 de febrero de 2011 a las 05:00 hrs.
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Washington está discutiendo su camino a un congelamiento gubernamental, pero no a una solución a sus problemas fiscales. La razón es simple. Pese al ruido y al escándalo, a pocos políticos en Washington les importa tanto recortar el endeudamiento público. Les importan otras cosas mucho más y se podría necesitar otra calamidad fiscal para cambiar su pensamiento. Están trabajando en eso.



Barack Obama ha dicho explícitamente que no le importa el endeudamiento público a largo plazo. No tener propuestas para lidiar con el problema es ahora una política oficial de la Casa Blanca. No hay otra forma de interpretar el presupuesto que el presidente envió al congreso la semana pasada. Bajo este plan, el déficit fiscal con pleno empleo se mantiene por un momento cercano a 3% del PIB durante esta década, después explota bajo la presión del gasto creciente en Medicare y otros programas. 
Seamos justos. No es como si el presidente realmente se opusiera a la reducción de déficit. Su presupuesto incluye una temporal y muy parcial paralización del gasto a niveles históricamente elevados. Si el congreso llega con un plan, él dice que definitivamente lo pensará. Pero su prioridad es la reelección en 2012. Esto excluye tomar el liderazgo en disciplina presupuestaria. Una crisis fiscal entre hoy y la elección no es probable, calcula –este es un juicio crucial- entonces ¿por qué exponerse ahora, proponiendo una edad más alta de jubilación, o impuestos más altos para todos los estadounidenses?
La largueza fiscal debe verse especialmente atractiva para Obama cuando considera las acciones de la Cámara de Representantes controlada por los Republicanos. Ahí también, recortar el endeudamiento de largo plazo es la última cosa en que piensa. Bajo la influencia del influjo reciente de fanáticos de gobierno pequeño, la mayoría republicana está preocupada, primero de recortar el gasto a corto plazo no dirigido a programas sociales, segundo, de bloquear alzas de impuestos de cualquier tipo bajo cualquier circunstancia y, tercero, de sacar a Obama de la Casa Blanca. El endeudamiento público es algo que condenan, pero no tanto como el gran gobierno y no tanto como los impuestos. 
Mejorando las cosas, desde el punto de vista de la Casa Blanca, el Partido Republicano está dividido. Los recién llegados están motivados y se niegan a tomar órdenes de sus dirigentes, que por comparación se ven moderados. Los fanáticos republicanos del gobierno limitado casi se jactan de su falta de juicio. El gasto público es gasto público: ¿qué más hay que saber? 
Para medir la poca sinceridad de Washington sobre el endeudamiento pùblico, basta mirar a los estados. Allí la estrechez fiscal se hizo realidad y ya no pueden postergar decisiones dolorosas. Alcanzaron sus lìmites de endeudamiento y saben que elevar los impuestos estatales puede causar éxodo de empresas y trabajadores. Los gobernadores republicanos enfrentan los mismos desafíos que los demócratas y sus respuestas son forzosamente las mismas. Están achicando los servicios pùblicos y confrontando a los sindicatos del sector público que han obligado al pago de sueldos y beneficios fuera de línea con sus equivalentes del sector privado.

Estos esfuerzos están encontrando resistencia, por decirlo suavemente. Trabajadores públicos de Wisconsin empezaron enormes protestas a fines de la semana pasada, atrayendo atención nacional. Lo interesante es que los gobernadores llegaron a un consenso entre partidos sobre las medidas que son necesarias, y hasta cierto punto se ven como aliados. Les ayuda a hacer su trabajo. Los que han sido sinceros en explicar los hechos de la vida fiscal a sus electores están ganando respeto por ello más allá de su estado. 
Un pensamiento complicado para Obama, tal vez, pero la farsa de momento sirve a sus propósitos. Deje que los republicanos sigan con eso, le están diciendo sus consejeros: mantenga el foco en ellos y vea cómo regresan los votantes. Con suerte, piensa la Casa Blanca, la nueva resolución de continuación fallará (debe pasar sin cambios por la Cámara y el Senado). El gobierno tendrá que cerrarse, como lo hizo en 1995, los mercados financieros se volverán locos y la culpa será de los republicanos. 
Evitar un colapso fiscal sería bueno para las metas de 2012. Pero tener uno del que culpar a los republicanos sería perfecto. Qué manera de dirigir un país.

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